Los gemelos de oro de la tía Angelita

Todos las vísperas de bodas, comuniones y bautizos, mi marido y yo tenemos la misma escena de matrimonio.

-          ¿Se puede saber donde están los gemelos de oro de mi tía Angelita?

-          Verás cariño, siempre tenemos está conversación y te vuelvo a repetir que tú no tienes gemelos de oro.

-          ¡Como que no! ¡Los que me regalo en boda!

-          Tu tía Angelita al que le regaló unos gemelos, en su boda, fue a tu hermano Raúl.

-          Ahhhh¡¡… siiiii…. Es verdad... Eran los gemelos de oro de mi padre, ¿Dónde están?

-          Nene, no me puedo creer que volvamos a tener de nuevo está conversación. Los gemelos de oro de tu padre le tocaron a tu hermano Miguel, tu tienes el reloj de oro, no los gemelos.

-          Ahhhh¡¡ Entonces, ¿¿¿Qué tengo yo????, ¿y mis gemelos de oro?

-          Que ¡No! ¡Tu no tienes gemelos de oro! Tienes tus gemelos “dorados” de Burberry que te regalaron las gemelas. Pero no son de oro.

-          ¡Pues ya me dirás donde están mis gemelos!

-          Están donde han estado todos estos años. ¡En el cajón de tu mesilla!

Esto… esto… ¡¡¡tiene que tener un nombre!!!

No me lo puedo creer cada vez que tenemos esta conversación.

¿Donde está la sinergia de las neuronas en un hombre?

Claro, viendo esto, cuando estuve en Londres, le compré unos gemelos.

Fue en Portobello. Entré en una tienda preciosa donde habían cogido las teclas de máquinas de escribir y los habían convertido en gemelos.

Os pongo una fotito. Le cogí sus iniciales.

Me pareció una idea estupenda. Serían sus gemelos.

Pero… cuando se los dí… lo ví en su cara…

¿Por qué coño me regala unos gemelos, cuando yo tengo los gemelos de oro de mi tía Angelita?

No puedo, pufff, arrggg, … ¡Hombres!

¡Somos tan distintos!