El Lince Ibérico

El apellido, aparte de ser algo por lo que nos conocen, es un patrimonio nuestro, de cada individuo.

Es algo que va ligado a nosotros hasta nuestro fin. Va ligado a nuestro yo.

En Japón, por ejemplo, se llama a la gente por su apellido. Poca gente conoce tu nombre, solo tu familia y tu circulo íntimo lo sabe.

Personalmente, no les he dado mucha importancia. Tengo unos apellidos muy normales, muy comunes.

Soy hija única, y siempre he pensado que cuando tuviera hijos se perderían. Nunca me ha importado y creo que mi padre tampoco es algo que le quite el sueño.

Sin embargo hay gente que si le da su importancia.

Mi marido, tenía una compañera que era descendiente del mismísimo Goya, y ella también era hija única, y por lo visto con ella se perdía ese patrimonio.

Hasta ese momento nunca pensé en la verdadera importancia de ello.

Bueno hasta ese momento… y hasta que empezamos a tener hijos.

Yo seré hija única, pero en casa de mi marido son ciento y la madre. Exactamente son 6 Sorianos.

Cuatro hijos y dos hijas.

Mi suegro, el pobre, pensó que tendría más que de sobra protegido su patrimonio.

Y empezó bien, empezó por un niño, todo empezó con Daniel.

Ya lo tenía. Y pensó que los demás vendrían rodados.

Pero, la vida, te da sorpresas y lo que empieza como una gracia, como un detalle hacia tu mujer y sus apellidos, termina como el Lince Ibérico, en peligro de extinción.

Así fue, dos de sus hijos cedieron los apellidos, y cinco de mis sobrinos tienen el apellido de su madre como primero.

Así que teníamos al de Lanzarote como único salvador y heredero a la corona. Mi suegro murió pensando que eso quedaría así.

Cuando nació Guillermo, quise llamarle con él. Pero estaba todo muy tierno, y era todo muy doloroso.

Se hubiera vuelto loco. Lo sé.

Jejeje, os confieso que sigo sin darle importancia.

Pero creo que he ayudado a proteger a la fauna ibérica.

Me encanta esta ilustración. Me encantan mis sobrinos.