El día que tenía que haber ido a urgencias

Fue el 15 Septiembre de 1992, yo tenía 17 años.
Lo que vi en aquel escenario me fascinó, me perturbó.
Recuerdo perfectamente como fue. 

Si hubiera una palabra para explicar aquello sería Transverberación.

¿Cómo?
Si. Transverberación.
Si sufrí una transverberación... no sé como pasó... ese día tenía que haber ido corriendo a urgencias.
Pero... como llego a casa y le digo a mi madre "mamá¡¡¡¡ he sufrido una transverberación¡¡¡"  
¿Cómo un palabro así pudo hacerme eso? No lo sé, aun me lo pregunto...
Me traspasó...
... Santa Teresa lo narró asi...

Vi a un ángel, a la izquierda, en forma corporal [...] El ángel era de corta estatura y muy hermoso; su rostro estaba encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo fuego. Debía ser uno de los que llamamos querubines . . . Llevaba en la mano una larga espada de oro, cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando sacaba la espada, me parecía que las entrañas se me escapaban con ella y me sentía arder"
 

Si, queridos sufrí una experiencia mística de ser traspasado en el corazón causando una gran herida.
Sufrí una Transverberación.
¿Entendéis ahora por que no fui a urgencias?
La primera pregunta que me hubieran hecho sería ¿tomas algún tipo de drogas?

Algo parecido le pasó a dos franceses, a Claude-Michel Schönberg y a Alain Boubil.
Todo comenzó en Broadway allá por el año 1972, cuando Alain asistió a una función de Jesucristo Superstar. Lo que vio en el escenario abrió su mente.
Su sueño de mezclar su amor por la ópera y las canciones pop se materializó de repente.
Alain no se acostó hasta por la mañana, una vez encontró la idea de lo que sería su primer musical, La Revolución Francesa. Se convirtieron en adictos terminales del teatro musical. Después de La Revolución, buscaron lo que sería su siguiente tema, uno que permitiera unir aún más la ópera con otras formas musicales todo en un mismo trabajo. Los Miserables de Víctor Hugo fue la respuesta.

 

¿Tenéis dos horas y media?

Mi recomendación para quien quiera que le transverbegeren

  

 

 

 

¡Qué de verdad!

transpasó mi corazón.