Creo que el día lo pide.
Sillón, manta, pies en alto y que te lo cuenten despacito, sin alborotos, sin grandes aspavientos, como dice Rosarillo, así, calentito.
Así pues, os lo narraré de una manera delicada al principio y luego según la historia se vaya alimentado y os vaya embelesando, iremos creciendo con ella y esto será una fiesta, una algarabía. Cogeremos la manta y nos la pondremos de capa, nos subiremos encima de la mesa y saltaremos al sillón como los niños cuando no los ves y estás en la cocina.
Sentaros, comienza la historia.
Erase una vez, un reino de fantasía, un reino con unicornios, moldes de galletas, zorrillos y muñequitas de ojos grandes. Un reino donde todo era posible, con castillos de torres puntiagudas, con princesas que tenían principitos, gatitos, conejitos, algún que otro perritos y que una de ellas un caracol perdido por su casa y que no sabe donde coño se ha metido (aquí hago un alto, y le recuerdo al lilucaracol que cuando le pille le hago con salsa de tomate y jamoncito). Donde estabamos... ah sí estabamos en... Liluland.
Liluland era un reino donde sus mágicas lilus pintaban, diseñaban, scrapeaban, soñaban y... wasapeaban, mucho, con sus lilusmoviles de purpurina brilli brilli que cuando les daba el sol provocaban pequeños arcoiris, que junto con los que cagaba el unicornio hacían que Liluland fuera un mundo de colores y de felicidad.
Las maravillosas lilus, en el forum de princesas de septiembre, decicideron hacer un amigo invisible y así tener un detalle mágico todas con todas. Y a mi me regaló
Carmen.
Quiero que veáis las preciosas imagenes de este precioso cuento.
Fué todo un festival.
Y venga paquetitos, venga cositas, y venga más.
A ver, deciros que faltan unos calcetines del Oysho supercalentitos
preciosos de corazones.
Pero no los he puesto porque ya los había estrenado la noche anterior y no voy a poner aquí unos calcetines usados para que me joda el escenario que monte para sacar las fotos.
¿Queridas un té o café?
¿Véis?
Me fuí creciendo con la cámara y como podéis ver lo dí todo.
Y terminé flipándolo ya con mi libro fetiche.
Bien, pues ya que nos hemos ido ambientado en la historia del amigo invisible de Liluland me toca deciros a quien regalé yo.
A
Carola de La Silla Turquesa.
Carola, Carola de mis amores y de mis entresijos.
Qué te regalo yo a tí... pensaba yo... bien, pues pensé poco, mirad
aquí
Y así fue como comenzó el cuento del zorrillo Zorrito.
El zorrillo Zorrito empezó y terminó con un sello,
Creo que quedó precioso.
Toy loca con él, ainsss (suspiros de amor)
Y aquí está
os presento al zorrillo Zorrito.
Es lindísimo, más buenoooo él.
Y así fue como el zorrillo Zorrito se fue a otro castillo al lado de mar.
Con un duende, que le cuida y le da de comer frutitos del bosque.
Como véis todo, todo, absolutamente todo
es posible en Liluland.
Un mundo mágico de unicornios, colores y lo más importante...
Lilus,
mágicas y asombrosas
Lilus.
Y colorín, colorado, esta historia se ha acabado.